Luis de Arquer comenzó sus estudios en Cerdanyola del Vallés, una pequeña localidad cercana a Barcelona, procedente de una familia de grandes artistas y amantes de la música. Durante sus primeras clases, una sonata de Beethoven interpretada por su primera profesora, Lolita Martínez, le impactó tan profundamente que fue en ese momento cuando decidió dedicar su joven vida a la música. A la tierna edad de siete años, improvisó al piano diferentes estilos, como Bach, Chopin y Beethoven, cautivando al público con su habilidad e imaginación musical. Su rápido progreso le abrió las puertas de la Academia Marshall de Barcelona, lugar de encuentro en el pasado de los mejores músicos de la época. Terminó los estudios con el Primer Premio y una mención especial de la Junta. Gracias a una beca de la Generalitat de Catalunya, perfeccionó su técnica de estudio en L'Ecole Normale de Musique de París con Aquiles Delle-Vigne.

Actuó en Ecuador, Suiza y Francia, en recitales en España y en conciertos con diversas orquestas españolas y extranjeras. Toda su experiencia artística anterior proporcionaría a Luis de Arquer una base artística y técnica a partir de la cual desarrollaría la faceta más sorprendente de su obra, y la que hoy despierta mayor interés: sus composiciones e improvisaciones.