De Medea a Pasolini hace equilibrios sobre la delgada línea que separa el Bien del Mal, y la tendencia humana a juzgar con divina vehemencia.De Medea a Pasolini quiere ser un monólogo interior con vocación colectiva. Este discurso viene de un ser humano concebido como un monstruo de dos cabezas, que da tumbos entre la luz y la sombra. Víctima de su propia pasión y de su propia humana torpeza, dispensa sentencias a diestro y siniestro, muy frecuentemente no del todo justas.Coincidiendo con el 50 aniversario de su asesinato, subiremos de nuevo al estrado a Pier Paolo Pasolini, llamaremos a declarar a Medea, veneraremos el chicle que mascó Nina Simone o invocaremos el espíritu salvador de Beethoven. Haremos todo lo que haga falta para situarnos en esta ingente misión de intentar no ajusticiar lo bello, y llamar a una revolución de pensamiento desde la no violencia y el no odio, desde el arte y la danza.