Estamos ante uno de los textos claves del universo del absurdo. El dramaturgo rumano Eugene Ionesco escribió "La lección" en 1950 y pronto la vio convertirse en una especie de juguete dramático de primer orden.

Tomando como excusa una sencilla clase particular en un barrio de una gran ciudad como París, el autor disecciona la condición humana, las relaciones interpersonales y las características que alimentan el ejercicio de la autoridad.

Lo interesante va a ser la manera como se juegan esos distintos elementos en torno a una propuesta que se inicia y desemboca en el territorio de lo extraño, de lo onírico, de lo delirante.

Manifestaciones artísticas de una sociedad tan agotada y herida como lo estaba siendo la de aquella convaleciente posguerra.

Ionesco en estado puro.