Ulises navega sin rumbo y sin apenas barco ni destino ni tripulación en este océano estéril que es la propia existencia.

Ocho cuadros escénicos con tintes poéticos que hablan del vacío existencial de este personaje en busca de una identidad perdida y de la contradicción que supone querer encajar en un mundo que le resulta insoportable.
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Esta obra es un intento frustrado de dar respuesta a uno de los aforismos que planteaba el pensador rumano Emil Cioran en uno de sus primeros libros, De lágrimas y santos, que dice: «¿Es posible que la existencia sea nuestro exilio y la nada sea la casa?».